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martes, 24 de noviembre de 2015

Ideas sobre la viabilidad de la eficiencia en las instituciones públicas. (ajá, si, ajá)



En las instituciones públicas la eficiencia y el éxito está vinculado con la satisfacción de las necesidades sociales, cotidianas de la población, sobre todo en cuanto hace a los servicios públicos en medio de contextos situacionales muy específicos en donde bien valdría la pena hacer acopio -dentro de la medida de lo posible- de un pensamiento estratégico para que se analicen los medios disponibles y la mejor manera de optimizarlos para realmente alcanzar el difícil objetivo de las eficiencia en la función pública a pesar de los -muchas veces controvertidos- compromisos políticos derivados de los procesos mediante los cuales se integra el equipo de funcionarios públicos en los diferentes niveles de gobierno. ¿Es factible? Si, pero no hay las suficientes condiciones sociales ni políticas en nuestro país por el cortoplacismo con el que se opera y la priorización de compromisos adquiridos de quienes gerencian las instituciones públicas.

De acuerdo a Piñeiro (2007) el pensamiento estratégico demanda crear equipos directivos con una visión compartida de futuro y de un compromiso real personal que se manifieste a través de sus acciones. Refiere la importancia que reviste que se integren equipos directivos con objetivos claros porque lo contario afecta "el carácter proactivo y el desempeño que se necesita para transformar y adecuar a la administración al entorno competitivo”.

Cierto es que la administración pública enfrenta el dilema de acotar la participación del estado en la economía (y a veces hasta en las decisiones relacionadas con la seguridad pública) resultado de la tendencia hacia la privatización y;por el otro lado, atender la exigencia de la sociedad para que el gobierno actúe con eficiencia y responsabilidad sobre todo en materia de políticas sociales ante las cuáles debe responder no sólo de forma funcional, sino con cierta legitimidad otorgada más por la popularidad o el aval de grupos sociales con voz, que por la funcionalidad y los marcos legales formales. Éste último aspecto demanda que se gerencie la función pública.

Según Piñeiro (2007) los gobiernos exitosos pueden responder a la modernización atendiendo a la realidad local, desde todos los frentes, pero con diferentes estrategias acordes al área y la situación. Afirma que el deterioro de las estructuras formales de los gobiernos locales y la administración pública tiene que ver con el debilitamiento del estado, la privatización, la apertura económica, los débiles marcos legales de protección o estímulo al funcionario público.

En su investigación hace referencia a la necesidad de solventar la legitimidad política con estructuras y estrategias diseñadas y orientadas entorno a la percepción de un cuerpo gerencial determinado por el alcalde en turno a partir de lo cual se avala la actividad con adeptos provenientes de asociaciones de vecinos u organizaciones civiles con voz pública así como las celebraciones culturales que presuntamente generan la participación de la sociedad en la solución de problemas.

La propuesta denominada por Piñeiro como "Corposistema de Gestión Pública Local” considera que debe hacerse un análisis de la situación del gobierno local y su contexto, diseñar las dimensiones gerenciales y de procesamiento de los problemas sociales, del plan de acción por problema, del diseño estratégico por problema y de la estructura organizacional para gerenciar el plan considerando el contexto social, macroeconómico, demográfico, tecnológico, político y legal.

Para Herrera (2005) el pensamiento estratégico es una herramienta que puede ser muy útil si es cultivada por el sector público, pues de algún modo es una inversión para facilitar el alcance de objetivos, pero sobre todo para resolver problemas dentro de un marco contextual concreto, de modo que coadyuva a ordenar la confusión, la complejidad, la turbulencia y la incertidumbre en la que suele operar la gestión pública.

Para hablar de la prevalencia  del pensamiento estratégico en la realidad, al momento de tomar decisiones por parte de los funcionarios públicos con miras a la posible eficiencia en su desempeño, tendríamos que esclarecer que, desde el punto de vista estratégico para impulsar el cambio se tiene que partir de realizar un análisis sobre una base sólida de conocimiento del contexto para lo cual se requiere de experiencia al respecto para estar en condiciones de determinar direcciones futuras. Lamentablemente en lo que hace al ejercicio de las instituciones públicas las decisiones futuras se rigen por el cortoplacismo y cuantificación de votos, de seguidores fieles posibles, de un respaldo leal. No capaz preferentemente, ni mucho menos innovador o crítico. No interesa mucho la eficiencia real en materia de satisfacción de las necesidades de la población. 

Independientemente de ello , lo cierto es que sí puede haber en la administración pública líderes con intuición estratégica y conocimiento del entorno, capaces de movilizar el pensamiento estratégico para hacer más eficiente el desempeño de las instituciones. Son líderes capaces de integrar la experiencia de colaboradores para hacer análisis predictivos y organizar estrategias desde la perspectiva de atención futurista (pese a que la tendencia es que llegue una persona nueva con colaboradores totalmente nuevos que desconocen muchas veces la totalidad de los problemas o sus antecedentes y que las entrega-recepción no se ocupan más que de la parte de recursos materiales y económicos -si los hay- más que de conocer el status de los diferentes problemas). Si la tendencia de "quitate" o "viva el Rey. Muera el Rey" no estuviera tan arraigada, tendría más sentido la idea de Piñeiro de retomar la gestión gerencial de la función pública para coordinar mentes creativas enfocadas a la meta común de satisfacer las demandas de la población. Lamentablemente la tendencia es que los líderes en la función pública respondan más a sus intereses inmediatos y de bienestar. De ahí que sus niveles de vida sean mejores al término de sus periodos de ejercicio como evidencia de que se logran a costillas del erario público y a la buena administración para su beneficio particular, no para el interés colectivo,

Herrera (2005) sugiere estimular el pensamiento estratégico para que en la gestión pública se tomen decisiones en base a juicios razonados y sustentados sobre información basta y suficiente, que se trabaje bajo una visión clara de lo que se quiere que sea a futuro la administración pública  y no tanto del subjetivismo actual de quienes deciden el sentido que se le dé a los resultados de cualquier análisis situacional. Valdría la pena que más que los elementos intuitivos, se consideraran los factores analíticos para definir una misión y visión claras, pero sobre todo, que se definan los valores sobre los cuales se va a manejar la gestión pública, porque esto, más que el aval de grupos o sectas partidocráticas afines, puede incidir en el uso eficiente y justo de los recursos públicos para beneficio la población y de quienes verdaderamente lo necesitan.

Bibliografía:
Herrera, K. (2005). Gestión estratégica para el sector público. Del pensamiento estratégico al cambio organizacional. Gestión y Política Pública, año/vol. XIV, número 002. Pp. 403-407.
Piñeiro A. (2007) Pensamiento Estrategico y eficiencia de la gerencia pública en las corporaciones locales. En revista negotium. Pp 133-154