La formación escolar y el mundo laboral han
visto muchos cambios producto de la globalización y aunque ambos aspectos son
cruciales para el desarrollo de la economía de un país, habrá que subrayar que
“los fines de la educación
trascienden las necesidades del mercado de trabajo” (Navarro, 2015), ya que detrás del acceso a ella y a un mayor grado de escolarización entre la población, lo que debe estar es una cuestión de hacer justicia social, en el sentido de que, por cada hijo de pueblo que avanza con calidad y responsabilidad en su formación dentro de niveles educativos superiores, existe un triunfo de los pobres porque se le gana a un sistema diseñado para que sólo avancen los que tienen recursos y que para los pobres ofrece sólo 2 caminos: hacerlos mano de obra barata no pensante, o bien esclavos de medios masivos de comunicación como Televisa que les enseñan -con toda la programación posible- a denostar la escuela; a no quererla; a rechazar con "guasa" el saber que los docentes les pueden proporcionar; a no leer y a desaprovechar las oportunidades que tienen de hacerse de una formación intelectual, pues según su barra de comedia, a la escuela se va a hacer relajo y a burlarse de diferentes formas tanto de sus compañeros y como del docente, pero a la escuela no se va a aprender nada, al contrario se va a pedir que no haya clases, ni tareas, ni aprendizaje.
Ahora partamos de que,
de manera general en México, se ha incrementado el nivel de educación que alcanza la
población económicamente activa como en la mayoría de los países asociados a la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y que,
observando superficialmente las cifras más
recientes del organismo, se puede decir que a mayores niveles de educación se
registran más consecuencias positivas “tanto para las personas como para la
sociedad en su conjunto” (OCDE, 2016). Basta ver en el siguiente gráfico como
los países con un mayor nivel de educación terciaria tienen economías mejores
que la de México dónde de acuerdo a cifras oficiales se estima que el grado
promedio de escolaridad a nivel nacional de la población mayor de 15 años es de
9.1 años (INEGI, 2015) , es decir,
secundaria inconclusa.
¿Qué
tanto responde la formación escolar a las necesidades laborales?
Si por formación escolar se entiende el grado
de escolaridad alcanzado entonces pareciera que a escala mundial en México sí se responde
a las necesidades laborales del mercado. Con un primer matiz irónico, el nivel de escolaridad si responde a las necesidades del mercado laboral pues en los últimos sexenios ha crecido el ambulantaje, el subempleo y una serie de actividades delictivas que no precisan de cédula profesional ni certificado de preparatoria para ejercer. Ya en una lectura formal, a esta concordancia de la expresión a mayor nivel de estudio mayor respuesta a las necesidades del mercado laboral, entonces sí surge el sin embargo deez rubros que no se
pueden obviar como variables, por ejemplo, el hecho de que “las empresas no dependen exclusivamente
de la educación formal para capacitar a sus potenciales empleados (Navarro, 2015) y de que, en
definitiva tal como refiere la OCDE (2007) en su informe “Capital humano: Cómo modela tu vida lo que sabes”, se requiere en efecto garantizar una
mayor atención a la calidad de la enseñanza y a su vinculación con el mercado
laboral como factores cruciales para que la escolaridad formal responda de modo
benéfico y real a las necesidades de empresas e industrias que quieren crecer de forma socialmente consistente y no sólo con base en la explotación salarial; de modo que
tanto la investigación como la generación de conocimientos que se da en las
universidades “realmente ayude al desarrollo de la economía”.
¿Qué tanto responde la formación escolar a las
necesidades laborales? Si por responder se entiende que un mayor grado de
escolaridad debe llevar directamente a un buen puesto de trabajo y a salarios
más elevados, nos quedaríamos con una visión limitada y lejana a la realidad,
sobre todo de nuestro país dónde para ser político o diputado no se exigen
posgrados como requisito. Habría que ampliar la visión al planteamiento y analizar el hecho de que un capital
humano mejor preparado es clave para estimular la prosperidad y el bienestar
individual, así como de la propia economía nacional.
Con lo anterior hago
referencia a que un mejor capital humano arroja indudablemente beneficios, pero
estos no son propiamente de índole monetario y por lo tanto no se vincula a
“puestos de trabajo”, sino a que se relaciona con una mejor calidad de vida en
virtud de que hablamos de personas que al educarse y capacitarse continuamente
se vuelven y actúan como ciudadanos más consientes, cuyas habilidades y conocimientos no se limitan a
hacerlos buenos prospectos laborales, sino personas que contribuyen de mejor
forma a la sociedad, es decir individuos responsables con identidad terrenal y ética del género humano.
Lo que
nos debe mover a pensar es el hecho de que la formación
escolar para poder responder a las necesidades laborales requiere más. Requiere mejor
calidad y mayor equidad en el acceso a la educación terciaria; se necesita
trabajar para evitar la desigualdad y la injusticia estructural en virtud de
que ciertamente en los niveles educativos más altos suele haber menos personas
de estratos económicos bajos y por lo tanto existe de forma latente una cuestión
de fracaso del propio sistema educativo cuando existe abandono o bajo nivel de
escolaridad de la población; amén de que la educación y la escolaridad no puede
limitarse a generar egresados que respondan solamente a las necesidades del
mercado laboral inmediato, pues debe preparar a personas que tengan habilidades
para aprender de manera autodidacta por el resto de sus vidas y con capacidad
para adaptarse con habilidad y valores a los cambios vertiginosos que
necesitará un mercado laboral que no existe todavía cuando ellos están
estudiando.
De ahí que
resulte importante enfatizar esa idea de la OCDE (2007) en la que se considera que cada día es más probable que la oferta de capital humano "dependerá menos de la expansión de la
cantidad de educación, y más de mejorar la calidad del aprendizaje. Para las
sociedades eso querrá decir colaborar con la mayor cantidad de gente posible
para que desarrollen el rango completo de sus aptitudes y habilidades a lo
largo de toda su vida” y esto nos lleva a la irrefutable relación que hay entre la calidad de la educación y la exigencia de esta por parte del estudiante, es decir, no habrá calidad de la educación mientras lo estudiantes mismos, hijos de pueblo, tomen conciencia que ellos mismos son responsables de exigir y provocar aprendizajes de mejor nivel, porque no por ser pobres merecen educación pública de tercera, pues en el fondo es el binomio docente-estudiante el que siempre estará presente y el cual -independiente del sistema- define el nivel educativo a alcanzar y no los programas de estudio ni las autoridades con toda su indolencia y falta de compromiso para transformar vidas por la vía del capital humano, es decir, transformar sociedades de entes conscientes y pensantes.
Fuentes de
consulta:
Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (2007). Capital humano: Cómo modela tu vida lo que
sabes. Francia: OCDE.
INEGI. (2015). Escolaridad.
Obtenido de INEGI web site:
http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/escolaridad.aspx?tema=P
Navarro, J. (21 de octubre de
2015). La relación entre el sistema educativo y el mercado laboral
¿simbiosis imposible? Obtenido de Nexos. Blog de educación.:
http://educacion.nexos.com.mx/?p=49
OCDE. (2016). Panorama de
la educación. Indicadores de la OCDE 2016. Obtenido de Organicación para la
Cooperación y el Desarrollo Económico Web Site en Español:
http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/eag/panorama2016okkk.pdf?documentId=0901e72b82236f2b