¿Qué hacer con los planes en los que el factor sorpresa era lo único a su favor para asestar un buen golpe inicial que motivara confianza en el levantamiento? Ya venían por ellos. Ya temían por ellos. El golpe de estado sucumbió a la traición, pero eso ya era lo de menos, su noche en vela era porque ya venían por sus cabezas y...¿Qué hacer? ¿Cómo quedarle mal a los del que ya estaban esperanzados y listos para la causa? ¿Cómo decirles "ya valió" a los envalentados que ya tenían listos los machetes se chapona, picos, barretas y azadones para usarlas como armas? ¿Y ahora? ¿Cómo echarse para atrás?
Casi sin dormir, a las 5 de la mañana del 16 de septiembre de 1810, Jesús Galván - "El cojo"- con el machete fajado en la cintura y dispuesto a arrastrar su pie para dar la vida contra la injusticia aunque fuera olvidado después por la historia. Él fue quié dio a todo vuelo y con el corazón en la mano y la conciencia de patria albortada, el retoque del alba para convocar a los vecinos al atrio de un cerrado templo de la Virgen de los Dolores, en donde Miguel Hidalgo en lugar de dar la misa de 6, convocó a los que se reunieron a:
*Ejercer "el sagrado derecho común a rebelarse contra la opresión"
*A "valorar la libertad" y defenderla "de la garra ambiciosa de los tiranos, causante de todos los males" sociales, de la desigualdad, miseria, discriminación, la opresión y las vejaciones constantes.
*A iniciar juntos "una guerra justa" en la que de seguro morirían, como todos al final vamos a hacerlo
*A iniciar "una lucha por la paz" y la igualdad que beneficiara a los que ni siquiera habían nacido.
No porque Hidalgo fuera mejor hombre que quienes tocan hoy la campana desde un balcón y en medio de una pomposa ceremonia iniciada por el dictador Porfirio Diaz y acomodada a modo la noche del 15 para -como colmo- hacerla coincidir con el brindis salamero por su cumpleaños.
El repique de campanas que hoy se da desde el balcón de los palacios del poder ejecutivo nos debería llenar de vergüenza porque hace dos siglos eran españoles enseñoreados en el poder, sometiendo al pueblo, a las razas -criolla, mestiza y autóctona- que eran una mayoría fregada por la explotación para que ellos, los pudientes, pudieran cumplir sus caprichos y vivir a sus anchas su desenfrenado egoísmo, generando miseria, racismo, injusticia y desigualdad.
Debería retumbar en nuestras conciencias porque hoy estamos peor, porque los opresores y tiranos, los aprovechados pues, son mexicanos -varios paridos también por madres en pobreza- y que viven de estar jodiendo a los mismos mexicanos que han corrido con menor suerte que ellos o que simplemente estan un poquito más abajo o sobre los cuáles, se les ha conferido un poquito de poder y se les permite como canonjía; bajita la mano y haciéndose los occisos; la facultad de aprovecharse, de abusar a lo tonto y ningunear a cambio de un par de halagos falsos que se dan al mejor postor, de silencio y complicidad.
La cabeza de Hidalgo, cortada, puesta en sal para conservarla, enjaularla desde el 30 de julio de 1811 y exponerla por 10 años en la plaza mayor de Guanajuato, logró el objetivo de convencer qué es mejor mantener encerradas las ideas de mejora o progreso social y no liberarlas ni dejarlas que se asomen siquiera.
2 siglos y cacho después, estamos mejor si callamos que sí, aún con conocimiento intelectual y sensibilidad social, decimos abiertamente lo que pensamos contra el abuso, la ambición, la infamia, la crueldad, el despojo, la opresión, la tiranía, las injusticias que contra sus mismos paisanos cometen mexicanos que disfrutan de obtener privilegios y alardean como propio los frutos obtenidos en forma malsana por su insaciable codicia, a costillas de otros, y de paso exprimiendo a quienes consiguen lo poco que tienen trabajando de sol a sol; de forma honesta; con la frente erguida, pero sucia y sudada para ganarse -aunque sea- un malpagado y devaluado peso para llevar el pan a sus casas, cansados, vitupereados, víctimas de burlas y calumnias por la espalda, pero eso si, con la conciencia y las manos bien, bien limpias porque es así, con ese tamaño de...valores, vividos y defendidos lamentablemente aún a costa de vejaciones, con los que se construye y se lucha ahora por una mejor patria.